Un símbolo entre la peña y el río

El Puente de Piedra de Lodosa, construido en 1750, fue durante siglos el principal paso sobre el Ebro en la zona. Su robusta estructura de sillería, diseñada para resistir las crecidas del río, conectaba el casco urbano con los campos y caminos hacia localidades vecinas, impulsando el comercio y la comunicación.


Construcción y resistencia

Con sus arcos de medio punto y sus estribos asentados sobre la roca de la peña, este puente no solo era una obra funcional, sino también una muestra del ingenio constructivo de la época. En tiempos de crecidas, su solidez era vital para mantener abiertas las rutas de abastecimiento.


Leyendas y memoria popular

El puente no es solo piedra: es memoria viva. Cuentan que en sus inmediaciones se libraron discusiones entre comerciantes que negociaban precios y que incluso algún contrabandista lo cruzó en noches sin luna. La gente mayor aún recuerda las historias de quienes, en bicicleta o a pie, lo cruzaban camino al mercado.


Un hito que desapareció, pero no se olvidó

Aunque hoy en día ya no está en uso como antaño, el recuerdo del Puente de Piedra sigue presente en la identidad de Lodosa. Fotos antiguas, relatos y el propio emplazamiento siguen evocando un tiempo en el que el río era tanto frontera como unión.


Visitar su ubicación

Pasear hasta el lugar donde se alzaba este puente es una experiencia que conecta historia y naturaleza. Desde allí se aprecian vistas únicas del Ebro y de la imponente peña que ha protegido al pueblo durante siglos.


💡 Consejo de Villa Lodosa: si quieres disfrutar al máximo de la experiencia, acude al atardecer para ver cómo la luz del sol tiñe de dorado la peña y el cauce del río.