En el barrio de San Miguel de Estella-Lizarra, en la margen izquierda del río Ega, donde en la Edad Media convivieron francos y navarros, se levanta la iglesia de San Miguel, un templo tan sencillo como bello, que alberga en su interior valiosos tesoros artísticos. San Miguel, ubicada en la cima de un escarpe rocoso conocido como «La Mota», comenzó a construirse a finales del siglo XII, pero las obras se dilataron en el tiempo, lo que le permitirá diferenciar en el edificio varios estilos.
Su portada septentrional, uno de los conjuntos escultóricos más representativos del románico tardío, y el retablo gótico de Santa Elena que guarda el templo en su interior, merecen especial atención.
De aspecto sólido, esta iglesia restaurada entre los años 1987 y 1992, es una buena carta de presentación del barrio de San Miguel, barrio surgido en Estella-Lizarra en la segunda mitad del siglo XII.
El aspecto exterior del edificio es grandioso; ofrece volúmenes contrapuestos, como los de la torre barroca situada en la cabecera y la mole pétrea de la torre medieval ubicada a los pies de la nave.
Pero su joya artística es la portada Norte representativa del tardo-románico hispano. En su tímpano reconocerá al Cristo en Majestad, rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas, la Virgen y San Juan como intercesores en el momento del Juicio.